Aftas: qué son, por qué aparecen y cómo cuidarlas

Si de vez en cuando sientes una pequeña herida roja en la boca que pica y arde, probablemente estés lidiando con una afta. No son nada graves, pero pueden fastidiar al comer, hablar o cepillarte los dientes. En este artículo te explico de forma sencilla qué las causa, qué puedes hacer para que desaparezcan más rápido y cómo evitarlas en el futuro.

Principales causas de las aftas

Las aftas aparecen por varios motivos. El estrés y la falta de sueño son los culpables más habituales; cuando el cuerpo está bajo presión, el sistema inmunitario se debilita y aparecen esas pequeñas úlceras. También influyen la irritación mecánica (morderte la mejilla, usar un cepillo de cerdas muy duras o una prótesis mal ajustada) y ciertos alimentos ácidos o muy picantes, como los cítricos, el tomate o el chile. Algunas personas son más propensas por una deficiencia de vitaminas, sobre todo B12, ácido fólico o hierro. Por último, cambios hormonales, como los del ciclo menstrual, pueden desencadenarlas.

Remedios caseros y tratamientos efectivos

Para aliviar el dolor y acelerar la cicatrización, prueba estos trucos simples. Enjuaga la boca con agua tibia y sal (una cucharadita por vaso) varias veces al día; la sal ayuda a desinfectar y a reducir la inflamación. Aplica un poco de miel directamente sobre la afta; la miel tiene propiedades antibacterianas y suaviza la zona. El bicarbonato de sodio mezclado con un chorrito de agua también funciona como antiácido y alivia la irritación. Si quieres algo más rápido, los geles de benzocaína que venden en farmacias calman el dolor en minutos, pero úsalos solo unos días para no irritar la mucosa.

En caso de aftas muy recurrentes o que duren más de dos semanas, lo mejor es consultar a un médico o dentista. Puede que necesites un enjuague con clorhexidina o incluso una crema con corticoides de baja potencia. A veces, el profesional prescribe suplementos de vitaminas (B12, ácido fólico) o sugiere cambios en la dieta para cubrir posibles carencias.

Para prevenir nuevas aftas, cuida tu higiene bucal sin excederte. Usa un cepillo de cerdas suaves y cambia la pasta de dientes si contiene lauril sulfato de sodio, ya que puede irritar la mucosa. Mantén una alimentación equilibrada, rica en frutas, verduras y granos integrales, y no olvides beber suficiente agua. Controla el estrés practicando ejercicios de respiración, meditación o alguna actividad que disfrutes. Dormir al menos 7‑8 horas cada noche también ayuda a que tu sistema inmunitario funcione bien.

En resumen, las aftas son molestas pero manejables. Identifica qué factor te desencadena, usa remedios caseros para aliviar el malestar y, si son muy frecuentes, busca ayuda profesional. Con estos pasos, volverás a sonreír sin preocuparte por esas pequeñas y dolorosas úlceras.

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