Si tu médico te ha recetado warfarina genérica, seguro tienes dudas sobre cómo funciona y qué hay que vigilar. La warfarina es un anticoagulante que impide que la sangre forme coágulos peligrosos. La versión genérica contiene el mismo principio activo que la marca, pero suele costar menos. En esta guía te explico de forma sencilla cuándo se usa, cómo tomarla y qué cuidados necesitas.
Se prescribe principalmente para prevenir trombosis en pacientes con fibrilación auricular, válvulas cardíacas artificiales o después de una cirugía de reemplazo de cadera o rodilla. También se usa en casos de trombosis venosa profunda y embolia pulmonar. En todos esos escenarios, el objetivo es que la sangre no se coagule demasiado rápido.
La dosis varía mucho de una persona a otra. El médico empezará con una cantidad baja y ajustará según los resultados del INR, una prueba de sangre que mide la capacidad de coagulación. Normalmente la dosis está entre 2 y 10 mg al día, pero nunca la cambies sin consultar. Es crucial tomar la pastilla a la misma hora todos los días para mantener niveles estables.
Otro punto importante es la comida. Algunos alimentos ricos en vitamina K, como las verduras de hoja verde, pueden reducir el efecto de la warfarina. No tienes que eliminar esas verduras, pero sí debes mantener una ingesta constante. Si un día comes mucho brócoli o espinacas, avisa a tu médico; quizá necesite ajustar la dosis.
Los efectos secundarios más comunes son hemorragias leves, como sangrado nasal o moretones fáciles. Si notas sangre en la orina, heces oscuras o cualquier sangrado que no pare, busca ayuda médica de inmediato. También pueden aparecer sarpullido o picazón, aunque es menos frecuente.
La warfarina interactúa con muchos medicamentos. Antibióticos como la amoxicilina, antiinflamatorios como el ibuprofeno y suplementos de hierbas como la ginkgo pueden aumentar el riesgo de sangrado. Siempre muestra a tu farmacéutico la lista completa de fármacos que tomas, incluyendo los de venta libre.
Si olvidas una dosis, tómala tan pronto recuerdes, siempre que no sea cerca de la siguiente. Si ya casi es la hora de la siguiente toma, sáltate la dosis perdida y sigue con la rutina habitual. No tomes dos dosis al mismo tiempo para compensar.
Controlar la warfarina no es complicado, pero requiere disciplina. Programa tus análisis de INR con regularidad, lleva un registro de los resultados y comparte cualquier cambio en tu dieta o medicación. Con estos pasos tendrás el máximo beneficio y minimizarás los riesgos.
En resumen, la warfarina genérica funciona igual que la de marca, siempre que sigas las indicaciones médicas, mantengas una dieta estable y estés atento a las interacciones. Si tienes cualquier duda, habla con tu profesional de salud; es mejor preguntar antes que arriesgarse.
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