TDAH: definición, causas y opciones de tratamiento

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una condición neurobiológica que afecta la capacidad de concentrarse, controlar impulsos y regular la energía. No es falta de voluntad ni una simple mala costumbre; es una diferencia en el funcionamiento del cerebro que se manifiesta desde la infancia y suele persistir en la edad adulta.

Los factores que influyen en su aparición incluyen la genética, la exposición prenatal a sustancias tóxicas y ciertos desequilibrios hormonales. No hay una causa única, pero la combinación de varios elementos aumenta el riesgo de desarrollar TDAH.

Síntomas y diagnóstico

Los síntomas se agrupan en tres áreas: falta de atención, hiperactividad e impulsividad. La falta de atención se traduce en distracciones frecuentes, olvido de tareas y dificultad para seguir instrucciones. La hiperactividad se muestra como inquietud constante, habla excesiva o incapacidad para permanecer quieto. La impulsividad lleva a interrumpir conversaciones, actuar sin pensar y tomar decisiones precipitadas.

Para diagnosticar el TDAH, profesionales de la salud mental usan criterios establecidos por la OMS y el DSM-5. Se recopilan observaciones de padres, maestros y el propio paciente, y se descartan otras causas como problemas de audición, visión o trastornos del sueño. Un diagnóstico acertado abre la puerta a un tratamiento personalizado.

Tratamientos: medicación y alternativas naturales

El enfoque más habitual combina medicamentos estimulantes, como el metilfenidato o la anfetamina, con terapias conductuales. Estos fármacos mejoran la disponibilidad de neurotransmisores como dopamina y norepinefrina, facilitando la concentración y reduciendo la impulsividad. Es crucial que la dosis sea ajustada por un profesional para minimizar efectos secundarios.

Si prefieres opciones más naturales, hay varios caminos útiles. Los suplementos de omega‑3, presentes en pescados grasos o en cápsulas, han demostrado reducir la hiperactividad en algunos estudios. Las técnicas de mindfulness y la terapia cognitivo‑conductual ayudan a desarrollar estrategias de organización y manejo del estrés. Además, una rutina regular de ejercicio aeróbico, como correr o nadar, potencia la producción de dopamina y mejora el estado de ánimo.

La alimentación también juega un papel: reducir azúcares refinados y alimentos procesados, e incluir frutas, verduras y proteínas de calidad, favorece la estabilidad del nivel de energía. Algunas personas encuentran alivio al limitar aditivos como colorantes y conservantes, aunque la evidencia es mixta.

En resumen, el TDAH no tiene una solución única. Un plan de tratamiento efectivo combina medicación, apoyo psicológico, hábitos de vida saludables y, si procede, suplementos naturales. La clave está en trabajar con profesionales que listen tus necesidades y adapten las estrategias a tu día a día.

Si sospechas que tú o tu hijo tenéis TDAH, no dudes en buscar una evaluación médica. Un diagnóstico temprano permite intervenir antes de que los síntomas interfieran con la escuela, el trabajo o las relaciones sociales, mejorando significativamente la calidad de vida.

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