Inhalador: guía práctica y sencilla para cuidarte

Si tienes asma, EPOC o alguna otra afección que afecta la respiración, seguramente has visto o usado un inhalador. Pero, ¿sabes realmente cómo funciona y cuál es el más adecuado para ti? Aquí te lo explico de forma clara, sin rodeos, para que puedas sacarle el máximo provecho.

Tipos de inhaladores y sus usos

En el mercado existen varios modelos y cada uno tiene una función específica. Los más comunes son:

Inhaladores de dosis medida (MDI): son los clásicos de lata que sueltan una niebla fina. Se usan con espaciador para evitar que el medicamento se quede atrapado en la boca.

Inhaladores de polvo seco (DPI): no necesitan propulsor, basta con inhalar fuerte para que el polvo entre al pulmón. Son ideales si prefieres no usar propulsor.

Inhaladores de polvo de resistencia (Breezhaler, Turbuhaler): tienen un mecanismo que controla la cantidad de polvo que tomas en cada respiración. Necesitan una técnica de inhalación más controlada.

Inhaladores de nebulización: convierten el medicamento líquido en una niebla muy fina que se inhala durante varios minutos. Son útiles para niños pequeños o personas que tienen dificultad para coordinar la inhalación.

El tipo que elijas depende de tu edad, fuerza pulmonar y la prescripción médica. No todos los inhaladores sirven para todas las medicinas; algunos solo funcionan con corticoides, otros con broncodilatadores.

Consejos para usar tu inhalador correctamente

La técnica correcta marca la diferencia entre una dosis que alivia y una que no sirve. Sigue estos pasos básicos:

1. Agita el inhalador de dosis medida antes de cada uso. Si no lo haces, el medicamento puede quedar en el fondo y no llegar al pulmón.

2. Exhala completamente antes de colocar la boquilla en la boca. Así dejas espacio para que el aire entre con la medicación.

3. Inhala lenta y profundamente mientras presionas el inhalador (o mientras inhalas en un DPI). No suenes rápido; una inhalación lenta mejora la deposición del fármaco.

4. Mantén la respiración unos segundos después de inhalar, luego exhala suavemente. Así el medicamento se asienta en los bronquios.

5. Limpia la boquilla y el espaciador al menos una vez a la semana con agua tibia y sécalo bien. Evitarás la acumulación de polvo y la pérdida de dosis.

Si sientes que la técnica no está funcionando, haz una prueba con un inhalador de polvo que incluya un marcador de color; verás si el medicamento llega a tu boca o no.

Recuerda llevar siempre tu inhalador contigo, incluso si los síntomas parecen controlados. Un ataque inesperado puede aparecer en cualquier momento y estar preparado marca la diferencia.

Por último, consulta con tu médico o farmacéutico cada seis meses. Ellos pueden revisar tu técnica, ajustar la dosis o cambiar el dispositivo si notas que no obtienes el alivio esperado.

Con este repaso rápido, ya sabes cuáles son los tipos de inhaladores, cómo elegir el mejor y los trucos para usarlo bien. No dejes que una mala práctica te haga sentir peor; usa tu inhalador como se debe y respira tranquilo.

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