El estigma es ese juicio negativo que hacemos sobre alguien por una característica que no controlamos, como una enfermedad, una condición mental o una diferencia social. No solo hiere a la persona, también crea barreras para buscar ayuda, seguir tratamientos y llevar una vida normal.
En el día a día, el estigma aparece de formas sutiles: miradas, comentarios o incluso la ausencia de información adecuada. Cuando alguien siente que será juzgado, suele evitar acudir al médico, lo que empeora su situación.
Existen tres formas principales. El estigma externo lo ponen los demás; por ejemplo, evitar sentarse junto a una persona con un trastorno respiratorio. El estigma interno ocurre cuando la propia persona adopta esos prejuicios y se siente avergonzada de su condición. Finalmente, el estigma institucional se refleja en leyes, políticas o prácticas de salud que discriminan a grupos vulnerables.
Un caso típico es el de alguien con depresión que no quiere contarle a su jefe por miedo a perder el empleo. Otro ejemplo es la discriminación que enfrentan personas con VIH al intentar comprar seguros médicos. Estos casos muestran cómo el estigma frena el acceso a tratamientos adecuados.
La educación es la herramienta más poderosa. Compartir información real, basada en evidencia, ayuda a desmontar mitos. Participar en charlas, leer artículos de fuentes confiables y preguntar a profesionales de salud son pasos simples.
También es clave hablar abiertamente sobre nuestras propias experiencias. Cuando alguien comparte su historia, rompe el silencio y muestra que la condición no define a la persona. Escuchar sin juzgar crea un ambiente seguro y promueve la empatía.
En el entorno laboral, los empleadores pueden ofrecer capacitaciones sobre salud mental y crear políticas que protejan a los empleados. En la familia, apoyar sin criticar y acompañar a la cita médica refuerza la confianza del afectado.
Por último, los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad. Evitar sensacionalismos y presentar a las personas con sus condiciones de forma digna ayuda a cambiar la percepción social.
Reducir el estigma no es una tarea de un día, pero cada acción cuenta. Si tú mismo aplicas estas ideas, contribuirás a una sociedad más inclusiva y a una mejor salud para todos.
Explora cómo pintores, escultores y escritores han retratado la lepra a lo largo de los siglos, reflejando su estigma y la evolución de su tratamiento.
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