Dosificación: cómo encontrar la cantidad ideal de cada medicamento o suplemento

¿Alguna vez has dudado si la pastilla que tomas es demasiado o muy poca? La dosificación es la pieza clave que decide si un tratamiento ayuda o perjudica. En este artículo te explico, paso a paso, cómo leer la etiqueta, qué factores influyen y qué trucos usar para ajustar la dosis a tu cuerpo.

Factores que influyen en la dosis

Lo primero que hay que considerar es el peso y la edad. Un adulto de 80 kg necesita, en muchos casos, una cantidad mayor que alguien de 55 kg. Los niños y los mayores también reaccionan de forma distinta, por lo que la etiqueta suele indicar rangos diferentes.

Otro punto crucial es la función renal y hepática. Si tus riñones o tu hígado no están al 100 %, el cuerpo elimina el fármaco más despacio y la dosis debe reducirse para evitar acumulaciones tóxicas. Por ejemplo, el antibiótico azitromicina (ver post 35498) necesita ajuste en personas con insuficiencia hepática.

La interacción con otros fármacos es otro factor que no se puede pasar por alto. Tomar un inhibidor de la CYP3A4 junto con una benzodiacepina genérica (post 37643) puede potenciar el efecto sedante y requerir una dosis menor.

Finalmente, el objetivo del tratamiento ayuda a definir la dosis. Si buscas una prevención, como la vitamina C para evitar llagas (post 37014), la dosis será más baja que si tratas una infección activa.

Cómo ajustar la dosificación a tu cuerpo

Empieza siempre leyendo el prospecto: la información legal está ahí por una razón. Busca la sección “Dosis recomendada” y fíjate si menciona ajustes para edad, peso o función orgánica.

Si la información te parece confusa, habla con tu farmacéutico o tu médico. Pregunta: “¿Esta dosis es adecuada para mi peso y mi estado de salud?” Un consejo rápido es dividir la dosis en tomas más pequeñas durante el día si el fármaco causa efectos secundarios como náuseas.

Usa una herramienta de registro, ya sea una app o una libreta, para anotar cuándo y cuánto tomas. Así podrás identificar patrones, como si sientes sueño al día siguiente de una dosis alta de atomoxetina (post 36143).

En caso de efectos adversos, no te automediques reduciendo la dosis por tu cuenta. Detén el tratamiento y consulta al profesional. A veces, cambiar a otro medicamento con un perfil de seguridad mejor (por ejemplo, cambiar Ativan por una alternativa no benzodiacepínica) es la solución correcta.

Recuerda que la dosificación no es estática. Si pierdes peso, si tu función renal cambia o si añades un nuevo suplemento, revisa la dosis. Lo mismo ocurre con tratamientos de larga duración, como la suplementación con Renalka (post 30252) para la salud renal: ajusta la cantidad si tu presión arterial se modifica.

En resumen, la dosificación es una combinación de ciencia y observación personal. Lee, pregunta, registra y adapta. Con estos pasos tendrás mayor control sobre tus tratamientos y reducirás el riesgo de errores que pueden costar salud.

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