Si alguna vez has tomado una benzodiacepina, sabes cómo actúan rápido para calmar la ansiedad. El problema es que pueden crear dependencia y producir efectos secundarios como somnolencia o problemas de memoria. Por eso, muchas personas buscan otras formas de manejar el nerviosismo sin esos riesgos.
En esta guía te cuento las alternativas más usadas, divididas en opciones naturales y opciones farmacológicas. Cada una está explicada de forma clara para que puedas decidir cuál se adapta mejor a tu situación.
Las plantas y suplementos son la primera línea para muchos que quieren evitar fármacos sintéticos. No sustituyen al médico, pero pueden ser útiles como complemento.
Valeriana: la raíz de valeriana se usa desde hace siglos para tranquilizar el sistema nervioso. Se toma en forma de cápsulas o té y suele hacer efecto en 30‑60 minutos. No genera adicción, pero puede causar sueño si lo tomas de día.
Kava (kava-kava): la raíz de kava tiene un efecto ansiolítico fuerte sin producir somnolencia. Es importante comprarla de una fuente confiable y no combinarla con alcohol, ya que pueden dañarse los hígados.
Pasiflora (flor de la pasión): el extracto de pasiflora ayuda a reducir la tensión y a mejorar la calidad del sueño. Es seguro para la mayoría de adultos, aunque las dosis altas pueden causar mareos.
Magnesio y vitaminas del complejo B: la deficiencia de magnesio o de vitaminas B puede aumentar la irritabilidad. Suplementar con magnesio (200‑400 mg al día) y una vitamina B-complex puede suavizar los síntomas de ansiedad.
Además de estas hierbas, técnicas como la respiración diafragmática, el yoga y la meditación son muy efectivas para bajar la tensión sin ninguna sustancia.
Si la ansiedad es intensa o interfieren con tu vida diaria, puede ser necesario un medicamento que no sea benzodiacepina. Aquí tienes los más habituales:
Buspirona: actúa sobre los receptores de serotonina y dopamina. No produce sedación ni dependencia, pero tarda varias semanas en hacer efecto, así que requiere constancia.
Pregabalina: originalmente para dolor neuropático, también reduce la ansiedad. Tiene un perfil de seguridad aceptable, aunque puede causar aumento de peso o somnolencia en algunos pacientes.
Antihistamínicos de segunda generación (por ejemplo, hydroxyzine): se usan a corto plazo para calmar episodios agudos de ansiedad. No crean dependencia, pero pueden producir sequedad de boca.
Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) como sertralina o escitalopram: son la base del tratamiento a largo plazo para trastornos de ansiedad. No son adictivos, pero pueden necesitar tiempo para estabilizarse y necesitan seguimiento médico.
En todos los casos, la clave está en la dosificación adecuada y en la supervisión de un profesional de la salud. Nunca sustituyas una benzodiacepina por otro medicamento sin consultar.
Resumiendo, tienes opciones naturales (valeriana, kava, pasiflora, magnesio) y farmacológicas (buspirona, pregabalina, antihistamínicos, ISRS). Lo ideal es combinar una de estas alternativas con cambios en el estilo de vida: ejercicio regular, sueño suficiente y técnicas de relajación. Así reduces la necesidad de medicación y mantienes la ansiedad bajo control de forma segura.
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