Hipoglucemia en adultos mayores: riesgos especiales y planes de prevención

Hipoglucemia en adultos mayores: riesgos especiales y planes de prevención dic, 1 2025

Evaluador de Riesgo de Hipoglucemia por Medicamentos

Este evaluador te ayuda a identificar si los medicamentos que estás tomando o que toma un ser querido aumentan el riesgo de hipoglucemia en adultos mayores. La hipoglucemia puede ser peligrosa y a veces no presenta síntomas claros en personas mayores.

La hipoglucemia no es solo un inconveniente para las personas con diabetes: en adultos mayores, puede ser un peligro de vida. Cuando la glucosa en sangre cae por debajo de 70 mg/dL, el cuerpo normalmente envía señales claras: sudor, temblores, hambre, palpitaciones. Pero en personas mayores, esas señales se apagan. Muchas veces, no se dan cuenta de que están bajando hasta que ya es demasiado tarde: confusión, mareos, caídas, o incluso pérdida de conciencia. Y eso no es un accidente aislado. Cada episodio de hipoglucemia grave aumenta un 40% el riesgo de caída, un 25% el de fractura de cadera, y un 30% el de evento cardíaco. En adultos mayores con diabetes, la hipoglucemia es una de las causas más comunes de hospitalización, y muchas veces, se pasa por alto porque se confunde con demencia o simplemente con “estar desorientado por la edad”.

¿Por qué los adultos mayores son más vulnerables?

El cuerpo de una persona mayor no responde igual que el de alguien más joven cuando la glucosa baja. Las hormonas que deberían subir la glucosa -como la adrenalina y el glucagón- se activan con menos fuerza. Estudios muestran que esta respuesta se reduce entre un 30% y un 50% en personas mayores. Además, muchas veces ya no sienten los síntomas iniciales. Esto se llama hipoglucemia sin advertencia, y afecta a cerca del 20% de los adultos mayores con diabetes tipo 2, y hasta el 25% con diabetes tipo 1. Si no sientes que te tiemblan las manos o que te sudan las palmas, no sabes que estás en peligro hasta que ya no puedes caminar, hablar o pensar con claridad.

Otro factor clave es la polifarmacia. Es común que un adulto mayor tome cinco, seis o más medicamentos al día: para la presión, el corazón, el colesterol, el dolor, el sueño. Algunos de esos fármacos, como los sulfonilureas (por ejemplo, la glyburide), aumentan mucho el riesgo de hipoglucemia. La American Geriatrics Society ya los clasifica como medicamentos potencialmente inapropiados para personas mayores, porque son más largos y más impredecibles. La glyburide, por ejemplo, aumenta el riesgo de hipoglucemia grave hasta un 50% en comparación con otras opciones como la glipizide. Y si además tienes problemas renales -algo muy común en ancianos-, el riesgo se multiplica. Con una función renal baja (filtrado glomerular por debajo de 60 mL/min), el riesgo de hipoglucemia severa se eleva 2.7 veces.

Los síntomas que nadie reconoce

En un joven, una glucosa de 60 mg/dL provoca sudoración y nerviosismo. En un adulto mayor de 75 años, puede provocar solo silencio. Se sienta en el sofá, no responde cuando le hablan, mira al vacío, se olvida de dónde está. A veces, se levanta para ir al baño y se cae. O se olvida de comer, y como no siente hambre, no se da cuenta de que su cuerpo está en crisis. Estudios muestran que entre el 40% y el 60% de los episodios de hipoglucemia en adultos mayores no se reportan, porque ni el paciente ni su familia los identifican como lo que son: una emergencia médica.

Un cuidador en un foro de Beyond Type 1 cuenta: “Mi padre de 82 años con demencia no reconoce cuando está bajo. Cuando notamos que está confundido, su glucosa ya está por debajo de 40 mg/dL”. Esa es la realidad. No es que no se cuiden. Es que no saben que están en peligro. Y los médicos, a veces, tampoco lo ven. Se asume que la confusión es parte del envejecimiento, cuando en realidad puede ser un episodio de hipoglucemia que se puede prevenir.

Los medicamentos que más peligro corren

La insulina y los sulfonilureas son los culpables más frecuentes. Pero no todos los medicamentos son iguales. La glyburide, por ejemplo, es un sulfonilurea de acción prolongada que se acumula en el cuerpo de personas con riñones débiles. Su efecto puede durar hasta 24 horas, y si la persona no come, o come menos de lo normal, la glucosa cae sin aviso. En cambio, la glipizide o la gliclazida tienen un efecto más corto y son más seguras. En ancianos, lo ideal es evitar la glyburide por completo.

La insulina también es riesgosa si no se ajusta bien. Muchos adultos mayores reciben la misma dosis que alguien más joven, sin tener en cuenta que su metabolismo es más lento, que comen menos, que se mueven menos. Una dosis de 40 unidades de insulina que funciona bien en una persona de 50 años puede ser letal en una de 80. Un caso real: un paciente redujo su insulina de 40 a 20 unidades, y dejó de tener hipoglucemias semanales, sin que su A1c subiera demasiado (se mantuvo en 7.8%). Eso no es un fracaso. Es un éxito. Porque la meta en adultos mayores no es tener un A1c de 6.5%. Es evitar que mueran por una bajada de azúcar.

Cuidador aplica glucagón nasal a una persona mayor inconsciente en la cocina, con monitor de glucosa visible.

El plan de prevención: cuatro pasos clave

La Asociación Americana de Diabetes (ADA) recomienda un plan de prevención en cuatro partes, adaptado a cada persona. No existe una solución única.

  1. Revisar los medicamentos: Pregúntate: ¿Está tomando glyburide? ¿La insulina es demasiado alta? ¿Hay medicamentos que puedan interactuar? Un médico con experiencia en geriatría puede reducir o cambiar medicamentos sin riesgo. En un estudio en atención primaria, un programa de revisión de medicamentos redujo un 46% el riesgo de hipoglucemia en solo seis meses.
  2. Establecer metas realistas de glucosa: No se trata de tener la glucosa más baja posible. Se trata de estar dentro de un rango seguro. Para un adulto mayor sano, un A1c de menos del 7% está bien. Pero si tiene otras enfermedades, vive en una residencia, o tiene demencia, el objetivo debe ser menos del 8.5%. El objetivo real es que pase al menos el 50% del día (12 horas) entre 70 y 180 mg/dL, y menos del 1% del día por debajo de 54 mg/dL.
  3. Educación para el paciente y la familia: No basta con decir “toma tu medicamento”. Hay que enseñar a reconocer los síntomas atípicos: confusión, debilidad, cambios de comportamiento. También hay que enseñar a tratarlo: 15 gramos de glucosa rápida (jugo, caramelos, glucosa en tableta), esperar 15 minutos, volver a medir. Y si no mejora, usar glucagón.
  4. Tener glucagón a mano -y saber usarlo: El glucagón es un medicamento que sube la glucosa rápidamente. Antes, se tenía que inyectar. Hoy, hay una versión nasal (Baqsimi) que se aplica como un aerosol en la nariz. No requiere inyección, ni que la persona esté consciente. Un cuidador cuenta: “El glucagón nasal salvó la vida de mi madre cuando se desmayó y no podía tragar jugo”. Si alguien en tu casa tiene diabetes y riesgo de hipoglucemia, el glucagón debe estar en el botiquín, al lado del reloj y las pastillas.

La tecnología que puede salvar vidas (y por qué no se usa)

Los monitores continuos de glucosa (CGM, por sus siglas en inglés) son una herramienta poderosa. Detectan cuando la glucosa empieza a bajar, incluso antes de que la persona lo sienta. Algunos incluso alertan por teléfono. Estudios muestran que su uso reduce los episodios de hipoglucemia hasta en un 40%. Pero en adultos mayores, solo el 15% los usa. ¿Por qué? Porque son caros, porque los médicos no los recomiendan, y porque Medicare solo los cubre si la persona usa insulina. Pero muchos ancianos en riesgo toman sulfonilureas, no insulina. Y eso los deja fuera del sistema.

La buena noticia: en 2023, Medicare amplió su cobertura, pero aún no es suficiente. Los profesionales de la salud deben aprender a prescribirlos, y las familias deben pedirlos. Si tu padre o madre tiene diabetes, no aceptes que “no necesita un monitor”. Si tiene episodios de confusión, mareos o caídas sin causa aparente, pide un CGM. Es una inversión en seguridad, no en tecnología.

Comparación visual entre medicación riesgosa y rutina segura para ancianos con diabetes, sin texto.

El costo humano y económico

La hipoglucemia no solo afecta la salud: afecta la independencia. Cada episodio grave cuesta en promedio $1,200 en atención de emergencia, hospitalización y complicaciones. En Estados Unidos, hay más de 100,000 visitas a urgencias cada año por hipoglucemia en adultos mayores. Y ese es solo el 20% del problema, porque la mayoría de los episodios leves nunca llegan al hospital.

Lo peor es que cada episodio aumenta el riesgo de pérdida de autonomía. Una caída puede llevar a una fractura, que lleva a una cirugía, que lleva a una residencia. Y con cada episodio, el cerebro se daña un poco más. Estudios de cinco años muestran que los adultos mayores que sufren hipoglucemia severa tienen 2.5 veces más riesgo de morir. Aunque parte de ese riesgo se debe a que ya están frágiles, la hipoglucemia acelera el deterioro. Y en personas con demencia, es un círculo vicioso: la hipoglucemia empeora la memoria, y la mala memoria hace que se olviden de comer o de tomar la medicina.

¿Qué puedes hacer hoy?

No esperes a que ocurra una emergencia. Empieza por estas tres acciones:

  • Revisa la lista de medicamentos de tu familiar con su médico. Pregunta: “¿Hay algún fármaco que pueda estar causando hipoglucemia? ¿Hay una alternativa más segura?”
  • Enséñale a reconocer los síntomas no clásicos: confusión, somnolencia, irritabilidad, falta de coordinación. No solo “sudor y temblores”.
  • Compra un kit de glucagón nasal y enséñale a alguien más -un vecino, un cuidador, un hijo- cómo usarlo. No lo guardes en el armario del baño. Ponlo en la cocina, al lado del café.

La diabetes en la vejez no se trata igual que en la juventud. No se trata de controlar a toda costa. Se trata de vivir con seguridad. De poder levantarse por la mañana, caminar hasta la cocina, y no temer que una bajada de azúcar te deje atrapado en el suelo. Eso no es un sueño. Es un plan que se puede hacer realidad -con información, con coraje, y con la decisión de priorizar la vida por encima del número en la pantalla del glucómetro.

¿Cuál es el nivel de glucosa que se considera hipoglucemia en adultos mayores?

La hipoglucemia se define como una glucosa en sangre por debajo de 70 mg/dL, según la Asociación Americana de Diabetes. Pero en adultos mayores, los episodios de nivel 2 (menos de 54 mg/dL) y nivel 3 (requieren ayuda externa) son los más peligrosos. Muchas veces, los síntomas no aparecen hasta que la glucosa está por debajo de 50 mg/dL, especialmente si hay hipoglucemia sin advertencia.

¿La glyburide es peligrosa para los ancianos?

Sí. La glyburide es un sulfonilurea de acción prolongada que se acumula en el cuerpo de personas con función renal disminuida, lo que aumenta el riesgo de hipoglucemia grave hasta un 50% en comparación con otras opciones como la glipizide. La American Geriatrics Society la clasifica como un medicamento potencialmente inapropiado para adultos mayores. Se recomienda reemplazarla por opciones más seguras y de acción corta.

¿Qué hacer si un adulto mayor tiene una hipoglucemia severa y no puede tragar?

No intentes darle jugo o caramelos si está confuso o inconsciente. Usa glucagón nasal (Baquismi), que se aplica en la nariz sin necesidad de inyección ni que la persona esté despierta. Es rápido, fácil y efectivo. Si no tienes glucagón, llama al 112 inmediatamente. La hipoglucemia severa es una emergencia médica.

¿Es mejor tener un A1c más alto para evitar la hipoglucemia?

En adultos mayores con múltiples enfermedades, limitada expectativa de vida o riesgo de hipoglucemia, sí. La meta no es un A1c de 6.5%. Es mantenerlo por debajo de 8.5%, sin caídas ni episodios graves. Evitar una hipoglucemia es más importante que lograr un número perfecto. La calidad de vida y la seguridad son el objetivo principal.

¿Los monitores continuos de glucosa (CGM) son útiles para ancianos que no usan insulina?

Sí, y mucho. Aunque Medicare solo cubre CGM para quienes usan insulina, muchos adultos mayores en riesgo de hipoglucemia toman sulfonilureas. El CGM puede detectar bajadas antes de que ocurran, incluso sin insulina. Si tu familiar tiene episodios de confusión o caídas sin causa clara, pide una evaluación para CGM. No es un lujo: es una herramienta de prevención.

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